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Capital psicológico: Las claves del éxito

Le capital psychologique : Les clés de la réussite

Thomas Edison, el brillante inventor de la bombilla, intentaba construir la primera batería. Tras varios intentos fallidos, un joven le preguntó por qué no se rendía después de tantos fracasos. Edison respondió: «No he fracasado; simplemente he encontrado 10 000 maneras que no funcionan». Todo parece depender de cómo percibimos lo que nos sucede. Edison poseía una gran resiliencia psicológica. ¿Qué significa esto? ¿Cómo podemos desarrollar nuestra propia resiliencia psicológica para alcanzar también el éxito? 

EL capital psicológico El capital psicológico (Psy Cap) es un concepto clave en la psicología positiva. Muy extendido en los países de habla inglesa, sigue siendo relativamente desconocido en Francia.

El Capital Psicológico (PsyCap), como a veces se le denomina, representa el estado de desarrollo psicológico positivo de un individuo. Se caracteriza por los siguientes cuatro elementos: sentido de autoeficacia, esperanza, resiliencia y optimismo (Luthans et al., 2007).

EL sentimiento La autoeficacia surge de la confianza en nuestra capacidad para movilizarnos y realizar el esfuerzo necesario para superar con éxito los desafíos. Sentimos que podemos controlar la situación y obtener un beneficio positivo de ella. Es nuestra capacidad de sentir: «Puedo hacerlo». Nos sentimos competentes en este ámbito. Para mejorar nuestra autoeficacia (Bandura, 1997), debemos ser conscientes de nuestros logros y desempeños pasados, aprender de experiencias similares de otros (aprendizaje vicario) y recibir retroalimentación positiva que fomente la persuasión social. Finalmente, debemos ser conscientes de nuestros estados emocionales y somáticos al evaluar nuestra autoeficacia, lo que también nos permite comportarnos de manera más efectiva.

Esperanza La esperanza es lo que nos permite perseverar hasta alcanzar nuestras metas. Es un proceso mental mediante el cual las personas pueden conceptualizar objetivos alcanzables. También pueden visualizar caminos para llegar a esos objetivos, los cuales a veces pueden necesitar modificar (capacidad de decisión). Finalmente, gracias a la esperanza, las personas también creen en su capacidad para comenzar y mantenerse motivadas durante todo el proceso hasta alcanzar su objetivo inicial (fuerza de voluntad) (Snyder, 2002). Para cultivar la esperanza, es fundamental elegir cuidadosamente objetivos alcanzables (SMART). El camino debe planificarse dividiéndolo en pequeños pasos y deben considerarse rutas alternativas. Es esencial aprovechar las fortalezas y los aspectos positivos de cada persona para mantener la motivación. Finalmente, debemos reconocer que los obstáculos son inevitables en este camino, pero podemos mantenernos positivos reconociendo que son parte de la vida y recordando precisamente cómo ya hemos superado obstáculos.

Allá resiliencia La resiliencia es nuestra capacidad, ante los problemas y la adversidad, de resistir y recuperarnos para alcanzar las metas que nos hemos propuesto. La resiliencia es una reserva que poseemos. Se basa en la confianza, el apoyo social, la adaptabilidad y la determinación. Por lo tanto, la resiliencia es una habilidad que se puede desarrollar. Se puede desarrollar mediante diversas técnicas resumidas en la metodología SPARC (Boniwell & Ryan, 2011): trabajar en la situación encontrada, en la percepción de esta situación, en las técnicas automáticas que empleamos naturalmente en respuesta a ella, en la reacción que adoptamos y en los aspectos cognitivos, o lo que retenemos de la situación posteriormente. 

Optimismo El optimismo se define como la certeza de que uno tendrá éxito ahora y en el futuro. Es «una característica estable de la personalidad que incluye una mentalidad o actitud generalmente positiva hacia el futuro y la tendencia a anticipar resultados favorables en situaciones de la vida donde un pesimista por naturaleza tendría expectativas negativas sobre ese mismo futuro» (Hirsch et al., 2007). Ante todo, cabe señalar que el optimismo no debe ser un estado permanente. De hecho, cierto grado de pesimismo es esencial ante situaciones arriesgadas o inciertas, o al escuchar los problemas ajenos, por ejemplo. No hay que caer en la trampa del optimismo desmedido, que podría conducir a conductas peligrosas. En resumen, los optimistas creen que la derrota es temporal, que se debe a una combinación de circunstancias y personas en un momento dado; por lo tanto, se mantienen imperturbables. Las situaciones difíciles se convierten entonces en retos para el crecimiento personal (Seligman, 2011). Por lo tanto, lo importante en el optimismo es cómo se afrontan las cosas. No se trata de la realidad ni de la cantidad de eventos positivos o negativos que conforman el día, sino de cómo se afrontan esos eventos de manera positiva. pensamiento positivo Esta es, por lo tanto, la clave del optimismo realista. Para cultivar el optimismo, uno trabaja principalmente en el "reencuadre", por ejemplo, tratando de ver la propia situación a través de los ojos de otras personas desde una perspectiva más positiva.

Volvamos a Thomas Edison. Se le cita a menudo como referente en el campo del optimismo porque demostró el uso de todos los conceptos de capital psicológico. En efecto, se propuso un reto basado en sus capacidades (autoeficacia), perseveró ante más de 10 000 intentos fallidos (esperanza) y movilizó su capacidad de recuperación (resiliencia). Todo ello manteniendo el optimismo de lograr el reto que se había propuesto.

Hemos visto que el capital psicológico es un conjunto de recursos que pueden mejorarse.

También es posible pensar que Thomas Edison aprendió de su primer experimento con la bombilla.

Es posible que una persona desee mejorar su capital psicológico (PsyCap) por motivos personales. Esto le brinda la oportunidad de trabajar en aspectos como la autoestima, los vínculos afectivos primarios, la salud y la paz interior. También puede desarrollar su PsyCap para alcanzar metas financieras, reconocimiento social o notoriedad (Hobfoll, 2002). Para las empresas, resulta fundamental considerar el capital psicológico de sus empleados. Al igual que los recursos financieros, tecnológicos, físicos y humanos (Jensen & Luthans, 2006), el capital psicológico de los empleados contribuye a aumentar la competitividad de una empresa (Avolio & Luthans, 2006).

 - Por Justine Chabanne

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