Por Larissa Kalisch
Durante mis estudios de psicología en Zúrich y Friburgo, Suiza, tuve la oportunidad de conocer al Dr. Martin Meyer, profesor de neurociencia cognitiva en la Universidad de Zúrich. Posee una habilidad excepcional para explicar los complejos procesos cerebrales de una manera a la vez divertida y comprensible. Según él, quienes participan en la educación (padres, profesores, etc.) deberían actuar como una especie de «prótesis de la corteza prefrontal», brindando estructura, orientación y estabilidad emocional a los adolescentes, en lugar de sucumbir a la desesperación ante la marcada disparidad entre la apariencia y la realidad en los jóvenes. Los adolescentes pueden parecer más adultos, pero sus cerebros siguen siendo inmaduros y, como lo expresa el Dr. Meyer, un «campo en construcción».
Soy aficionada a la neurociencia, pero este campo me fascina y me gustaría compartir algunas explicaciones sencillas que creo que todos deberían conocer para interactuar mejor con los adolescentes. La corteza prefrontal del cerebro alcanza la madurez en la tercera década de la vida.el Durante la última década de la vida, el sistema límbico es responsable de multitud de funciones cognitivas: evaluación, planificación, modificación y control de la conducta, regulación de las emociones, memoria de trabajo, percepción de uno mismo y de los demás, etc. Sin la función de inhibición y control de impulsos de la corteza frontal, la actividad dopaminérgica (neurotransmisor) en el sistema límbico no se regula, lo que provoca altibajos emocionales (entre euforia y depresión) y pérdida de control. Saber que los jóvenes carecen de este "freno neuronal" debería facilitar a padres y profesores la comprensión de comportamientos inestables y desequilibrados.
¿Quién no conoce el desagradable y apático estado de ánimo de los adolescentes? Parecen apáticos, pegados a sus celulares o videojuegos, y la respuesta típica es: «¡No sé! ¡Me da igual! ¡Déjenme en paz!». En muchos casos, también se les podría describir como perezosos, desinteresados o desobedientes a las expectativas de los adultos. Sin embargo, es importante observar este comportamiento desmotivado y aparentemente sin rumbo desde otra perspectiva: la del «cerebro puberal». Los adolescentes suelen sentir que tienen poca influencia y poco control sobre sus propias vidas.
¿Qué postura debemos adoptar entonces? Es importante prestar atención a las necesidades de los jóvenes, que no necesariamente coinciden con las nuestras. Las tres necesidades psicológicas fundamentales de la motivación intrínseca, según Deci y Ryan (teoría de la autodeterminación), ofrecen un camino que me parece eficaz:
- Autonomía: Los jóvenes necesitan diferenciarse de sus padres; quieren tomar decisiones y tener control sobre sus vidas. Buscan independencia emocional y decisiva. A ojos de los padres, los hijos aún no tienen suficiente responsabilidad y, por lo tanto, no quieren ceder su lugar. Esta tensión entre las necesidades de cada uno puede generar conflictos. Para evitarlos, se recomienda:
- Escuchar y animar al joven en lugar de controlarlo o amenazarlo.
- Elaborar las normas conjuntamente con el adolescente para ayudarle a asumir responsabilidades.
- Afiliación: Todo ser humano necesita sentirse amado y pertenecer a un grupo. La contribución de los padres al proceso de socialización disminuye al inicio de la adolescencia, a medida que los pares adquieren mayor importancia. En la edad adulta, es recomendable:
- Para fomentar el contacto con los compañeros
- Colmar al joven de amor incondicional (esto también significa aceptar sin ofenderse que el adolescente recurra a personas de su misma edad) y divertirse con él/ella.
- Interesarse por él e intercambiar ideas sobre sus intereses (por ejemplo: redes sociales, videojuegos, series de Netflix) en lugar de juzgarlo.
- Competencia: A medida que los adolescentes crecen, forman su identidad y desarrollan confianza y autoestima. Por lo tanto, necesitan sentirse competentes y exitosos. En otras palabras, buscan una sensación de eficacia en su entorno a través de la curiosidad y los retos. Para satisfacer esta necesidad, es recomendable:
- Valorar y alentar los esfuerzos de los jóvenes.
- Para ayudarle a identificar sus fortalezas y habilidades
- Ofrecer un entorno estimulante que fomente el deseo de aprender.
Por último, recuerda que tu adolescente, como todos nosotros, tiene neuronas espejo en su cerebro. Por lo tanto, eres un modelo a seguir para él o ella en todo momento. Los consejos anteriores solo serán efectivos para motivar a tu adolescente si tu propia actitud y creencias son positivas y congruentes. ¡Buena suerte en tu camino para convertirte en una "prótesis de la corteza frontal" 🙂!



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